Tuesday, January 24, 2012

Ultima parada

Ultima_parada by Silencio_Vagabundo
Ultima_parada, a photo by Silencio_Vagabundo on Flickr.

El consumidor San Pancho no es perenne. Sus gustos cambian a la velocidad de los tuits de las fans de Justin Bieber.

Para el emprendedor que busca satisfacer esta demanda, en satisfacer este mercado y convertirse en una institución perpetua de la calle Pampite, satisfacer una demanda se convierte en una odisea.

Un poco más de 8 semestres, desde mi ingenua llegada a esta institución de artes liberales, pasé más tiempo del debido en el parqueadero que se convirtió en una "hueca" para escuchar vallenatos, desayunar, tomarse una cerveza en sus sillas endebles y descargar contra el hígado, los dolores causados a la cabeza por tanto estudio. O falta del mismo.

Carlitos era para la comunidad San Francisco lo que las peceras eran para la central: parte de su identidad. Con un sonriente bigotón Carlitos y una mal encarada esposa, el lugar parecía pasar por una buena racha.

"Ese Carlitos debe hacer más plata que El Gangotena" comentó un borracho en un encuentro que tenía como fin la destrucción de la memoria de los presentes, después de exámenes finales.

Lamentablemente, el borracho no tenía razón. El creciente número de inscritos, y demanda por lugares llevaron al parqueadero a convertirse en una plaza, que no es nada más que un Mall al aire libre, con precios exorbitantes y un parqueadero con garita y tarjetas de conjunto pelucón.

Es así como Carlitos, acabó a unos 7 minutos de caminata. Los atléticos estudiantes, sin ganas de moverse aún al salir de maratónicas sesiones sentados, contando ahora con la creciente oferta de lugares con Wi-fi , olvidaron en tiempo record al emblemático lugar de borracheras.

Al lado de un parqueadero, Carlitos no se daba por vencido y sonría, sin llegar a esconder por completo el triste semblante a los pocos fieles que iban a consumir papas fritas y Pilsener.

Carlitos fue un duro, no se dejó. Pero selección variada de música y pantalla gigante pudieron más que el negocio familiar.
Al empezar otro semestre lluvioso, lo que fue la última parada de Carlitos es ahora pedazos de pared en la cromática de siempre. Solo que ahora da la impresión que se fueron de prisa, tomando las sillas endebles.