Wednesday, June 25, 2014

En Ecuador el racismo lo practica la hinchada



Las cervezas y un partido convierten a todos en Directores Técnicos, incluso después de la última victoria ecuatoriana frente a la selección de Honduras.

Mientras tratamos de entender el por qué la jugada, el tema se vuelca a los jugadores.  Después de más cerveza, sale la indignación del anfitrión al leer un status de Facebook  que había escrito una amigo en la euforia de la victoria.

- “Bien mis niggas”, leía mi amigo en voz alta.
- “En Ecuador para recibir respeto cómo Afro, debes patear un balón”respondió otro amigo.

El “sí se puede” dicto una narrativa desde el 2002, año de nuestra primera clasificación. Cada ecuatoriano creyó en sus sueños por descabellados que parezcan. La clase social ya no era un impedimento para alcanzar metas. El tener a 11 jugadores que representaban el esfuerzo, disciplina y en algunos casos los sectores con mayor marginalización, la narrativa ecuatoriana parecía cambiar.
12 años después, la narrativa de marginalización no ha cambiado realmente. 12 años y  nuestro talento para discriminar  se resiste al cambio.   

Ese racismo arraigado y naturalizado está tan dentro de nuestra narrativa que ni siquiera nos damos cuenta. Cada vez que confrontamos actitudes racistas encontramos los clásicos ejemplos bajo los que se escuda esta práctica:

“A mi me robó un negro”.
“Pero es que los negros discriminan”.
“Todos los negros son vagos”.
“Solo sirven para jugar fútbol”

En el 2008 conté con la visita de un buen amigo congolés que vino un año a Ecuador hacer voluntariado. Vi directamente cómo los guardias lo seguían en locales pensando que entraba a robar, cómo le negaron la entrada a centros comerciales y cómo un taxi jamás paraba en la calle. A tres años después de este censo, la discriminación que sufrió mi amigo seguía latente.

Ni siquiera caemos en cuenta del peso de nuestras palabras, para nosotros son naturales. El racismo es parte de nuestra  sociedad y lo mostramos hasta en gestos enraizados en nuestra cotidianeidad. Cambiamos de calle cuando vemos un afro, cerramos nuestros carros, evitamos contacto visual. En Brasil 2014, desde nuestras salas infantilizamos a jugadores de élite.

Costa de Marfil y Ghana no cuentan con Essien, Gyan, Drogba, Touré. Se convierten en “negritos” mientras alentamos en sus partidos.

Se convierte en jugadores anónimos tal cual nuestro set mundialista de legos con los que jugábamos de pequeños. Todos son negritos. No tenemos en cuenta sus apellidos, sus nacionalidades ni sus trayectorias.  Es muy diferente cuando alentamos a selecciones cómo la uruguaya (Vamos Suárez) o la francesa (¡Vamos Benzema!, ¡Vamos Ribery!)


En el 2005, un artículo de Diario Hoy  menciona que un 10% de ecuatorianos se declara abiertamente racista. Cuestiono si es solamente un 10%. Cuestiono si en 9 años hemos cambiado y somos conscientes de nuestras actitudes racistas día a día.  ¿Será que Brasil, cómo país multicultural nos dará una lección ?
  
Con el escándalo de “Todos somos macacos  uno pensaría que la FIFA va a tomar en serio su rol para evitar incidentes cómo el de Alves a mayor escala. Incluso se puede ver en la cancha: “Say no to racism” (Di no al racismo)

Brasil se enorgullece de su población diversa y lo restriega al mundo en la cara. Ciertos paises reciben el mensaje, ciertos cadenas de noticias hacen Eco de Alves y tienen los ojos pelados frente a esos incidentes. La FIFA investiga a la hinchada Alemana por la burlas de caracter racista en el partido Ghana-Alemania.

En Ecuador Encuentro estos mensajes de apoyo en redes sociales.




Resulta que para Ecuador el racismo no lo vivimos en la cancha extranjera cómo lo vivió Alves, o Touré.No entregamos quejas y exigimos investigaciones a la FIFA. En Ecuador, perpetramos el racismo cómo hinchada, en casa al equipo que decimos que queremos.

Apoyo que se siente normal. Infantilizar a la pobreza y a una imagen que no refleja realidades ni de las comunidades Afro en Ecuador ni de África. Reducir a jugadores profesionales, destacados a nivel internacional a una postal de miseria. Ese es el apoyo que damos a nuestros “negritos”.

¿Realmente es solo un 10% del Ecuador abiertamente racista? ¿Los que no aceptamos ni nos clasificamos cómo racistas…nos  damos cuenta de nuestras palabras, el uso de peyorativos, nuestro lenguaje corporal programado basado en estereotipos? 
 
Nos gusta reclamar por nuestros derechos violentados en España, EEUU y Bélgica. Contamos indignados la historia de discriminación sufridas pero ni siquiera tomamos en cuenta nuestro rol cómo perpetradores de racismo en nuestra cotidianeidad. No importa si lo hacemos en nuestro entorno de amigos, a puerta cerrada.

 Ese eco nos sigue desde siempre y las redes sociales en el 2014 solo prueban ser un megáfono de nuestra ignorancia.

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